Me gusta mucho el drama, me encanta hacer de emoción las situaciones y como dicen en mi amado México, "me gusta ponerle mas crema a los tacos". A todos nos encanta exagerar un poco los sentimientos, tal vez el ver tanta televisión y leer libros nos han dotado de talentos que cada ser humano es un actor en potencia.
No digo que esté mal esto, ya que todos los días actuamos en nuestra realidad. Pero, ¿qué pasa cuando esas emociones se hacen parte de nosotros y no la dejamos salir adecuadamente?
Creo que esta entrada será liberadora para mí, en lo personal, mi vida a sufrido muchísimos cambios desde hace tiempo, y creo que empiezo a somatizar los sentimientos no liberados.
Desde pequeña fui propensa al nerviosismo, a la ansiedad y al temor, pero, no externaba esos sentimientos y los solía reprimir, luego en mi adolescencia empecé a sacar todas mis emociones y me fui al otro extremo, me volví explosiva, pero aun así sufrí de depresión, aun cuando no lo parecía. Ahora en mi juventud creo que las emociones se han quedado atascadas y estoy en el punto en el que externo pero no completamente, pienso y pienso las cosas, me dan episodios de ansiedad y temor. Lo peor es que es mi mente trabajando, nada es real, pero muchos son solo dardos de Satanás atacándome. Debo dar gracias a Dios porque ya no me ha vuelto a pasar desde que con ayuda de la Biblia aprendí a controlarme y a correr hacia Dios por auxilio.
Creo que al ser humano no le gustan mucho los cambios, algunas personas tienen la capacidad de adecuarse rápidamente y otros no, como en mi caso.
Mi vida sufrió un cambio muy drástico, el cual yo no estaba consiente que mi cuerpo estaba sufriendo; conscientemente yo estaba tranquila y aun sigo estando tranquila, pero mi cuerpo no dice lo mismo. No estoy enferma, pero suelo tener problemas de salud, no graves pero tampoco disfrutables. Pensaba y pensaba, qué me podría estar pasando, pero no me daba cuenta que todo coincidía con el cambio en mi vida y mi desorden en la salud. Hace poco pude ver que todo estaba conectado.
En algún momento creo que todos guardamos miedos, ansiedades, presiones y demás sentimientos que no nos damos cuenta y nos afectan, a parte el cristiano siempre esta sufriendo ataques y debemos estar alertas. Sé que soy culpable, pues en algún punto de mi caminar dejé de estar velando, si aún cuando estamos en oración y leyendo la Palabra de Dios constantemente esos ataques vienen, es aun peor cuando dejamos de lado ésto y fácilmente nos volvemos en un blanco para el ataque enemigo espiritual.
Me queda mucho camino por recorrer para sanar mi alma, pero tengo la certeza que Dios me esta ayudando, pues de otra manera no pude haberlo sabido. Aferrándome a Él y a sus promesas es la única manera de salir victoriosa de ésto, y si Dios no me quiere sacar de esto creo que lo tomaré como un aguijón en mi carne como lo hizo Pablo...
8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
9 Y
me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
10 Por
lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en
necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte.
2 Corintios 12
6 Por
nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:5-7
Hace tanto, tanto no escribía, los afanes de la vida, los cambios y nuevas cosas en qué pensar me sacaron un poco de mi escritura. Tal vez como dice una frase "Los que pueden actúan, y los que no pueden, y sufren por ello, escriben", decía Faulkner. Creo que he podido actuar y no he tenido la necesidad de escribir. Pero hoy, vuelvo, ya que con las nuevas experiencias que tengo, quizá pueda ayudar a alguien o confundirlo más, ja ja ja es broma.
He estado leyendo mucho sobre la condición del ser humano y en carne propia he padecido, tantas veces me he sentido como Pablo se sintió, o sea, "Miserable de sí"; hacemos lo que no queremos, actuamos mal pues el pecado esta en nuestra carne, pero la ley de Dios en nuestra mente.
Resulta que no hacemos el bien que queremos, sino el mal que no queremos.
Dios nos manda decir "Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Ef. 4:31", ¡Él nos manda QUITARNOS!.
Y en este último pasaje Dios nos dice "DESECHEMOS": " La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. Romanos 13:12-14"
No leemos bien estos pasajes muchas veces, creemos que Dios nos quitará los sentimientos de la carne en forma automática; cuando no es así, debemos desecharlos y quitarlos de nosotros, claro, con ayuda de Dios y la correcta sumisión como sus hijos que queremos agradarle en todo.
Últimamente he estado batallando con un pecado en especial, que creí no conocer, pero resulta que está en mí, yo no le conocía, ni creía saber cómo se sentía, es el pecado perdido de la envidia. A veces ponemos nuestros ojos en las cosas que no tenemos sin darnos cuenta, y poco a poco queremos lo que otros tienen, empezamos a competir y querer ganar más y más y empezamos un pleito cazado en nuestra mente, porque las demás personas con las que supuestamente estamos compitiendo, ni cuenta se dan. Descubrí por mí misma; obvio no es nada nuevo, pero para mí fue de gran aprendizaje, que al tener envidia, estamos siendo avaros, egoístas y orgullosos, de un solo pecado salen 3 más. Queremos más, no nos contentamos, y lo peor de este pecado y lo que lo diferencia de los otros, es que éste en particular no lo disfrutamos, no trae placer a nuestra carne, sino sufrimiento.
Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Salmos 19:12-13"