Hace tanto, tanto no escribía, los afanes de la vida, los cambios y nuevas cosas en qué pensar me sacaron un poco de mi escritura. Tal vez como dice una frase "Los que pueden actúan, y los que no pueden, y sufren por ello, escriben", decía Faulkner. Creo que he podido actuar y no he tenido la necesidad de escribir. Pero hoy, vuelvo, ya que con las nuevas experiencias que tengo, quizá pueda ayudar a alguien o confundirlo más, ja ja ja es broma.
He estado leyendo mucho sobre la condición del ser humano y en carne propia he padecido, tantas veces me he sentido como Pablo se sintió, o sea, "Miserable de sí"; hacemos lo que no queremos, actuamos mal pues el pecado esta en nuestra carne, pero la ley de Dios en nuestra mente.
Resulta que no hacemos el bien que queremos, sino el mal que no queremos.
Dios nos manda decir "Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Ef. 4:31", ¡Él nos manda QUITARNOS!.
Y en este último pasaje Dios nos dice "DESECHEMOS": " La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. Romanos 13:12-14"
No leemos bien estos pasajes muchas veces, creemos que Dios nos quitará los sentimientos de la carne en forma automática; cuando no es así, debemos desecharlos y quitarlos de nosotros, claro, con ayuda de Dios y la correcta sumisión como sus hijos que queremos agradarle en todo.
Últimamente he estado batallando con un pecado en especial, que creí no conocer, pero resulta que está en mí, yo no le conocía, ni creía saber cómo se sentía, es el pecado perdido de la envidia. A veces ponemos nuestros ojos en las cosas que no tenemos sin darnos cuenta, y poco a poco queremos lo que otros tienen, empezamos a competir y querer ganar más y más y empezamos un pleito cazado en nuestra mente, porque las demás personas con las que supuestamente estamos compitiendo, ni cuenta se dan. Descubrí por mí misma; obvio no es nada nuevo, pero para mí fue de gran aprendizaje, que al tener envidia, estamos siendo avaros, egoístas y orgullosos, de un solo pecado salen 3 más. Queremos más, no nos contentamos, y lo peor de este pecado y lo que lo diferencia de los otros, es que éste en particular no lo disfrutamos, no trae placer a nuestra carne, sino sufrimiento.
Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Salmos 19:12-13"
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