Te hablo a ti, sí a ti al que cree en Dios, al que dijo que le entregó su vida a Jesús y que aceptó la voluntad del Padre en su vida, al que todos los días le cuesta orar, al que todos los días se le hace difícil seguir una vida intachable.
Aun siendo hijos de Dios, a veces nos sentimos tan poca cosa que ni nos creemos eso de las bendiciones, el perdón y mucho menos la salvación. Cuando hablo con una persona que no está segura de su salvación me da tristeza, porque aun en su corazón no ha creído que lo es. El enemigo en esos momentos esta trabajando tan arduamente para que la duda siga creciendo en su corazón, creo que esto es de los principales problemas que un ser humano puede experimentar al aceptar a Cristo en su corazón. Otro que también nos lleva a esto es el no entregar la voluntad a Dios, seguimos queriendo controlar nuestras vidas y pues tampoco así funciona.
Entonces si la voluntad y el corazón no han sido dados a Dios, jamás lograremos ser usados ni avanzaremos, estaremos en el mismo hoyo de donde El quiere sacarnos.
Si alguna vez te preguntaste por qué no avanzas, o por qué no ves la mano de Dios a tu favor, quizá sea que no has lo has dejado tomar control de tu vida, aun no le crees nada de sus promesas.
Hay un salmo muy bonito es el 103, donde hay promesas hermosas para el que le ama. :)
Según la Biblia somos Hijos de Dios (Juan 1:12), Aceptos en el Amado (Efesios 1:6) y Renovados en el Espíritu Santo (Tito 3:5).