Como toda persona nos dejamos deslumbrar por situaciones, personas, cosas que se cruzan en nuestros alrededor y perdemos el rumbo. Llega un momento en que nuestros espíritu se anestesia o no sé qué pasa y solo percibimos con la carne, con nuestros gustos y deseos. Pero siempre hay un impulso en nuestro espíritu, si somos de Dios, que nos atrae y nos da como esos choques eléctricos como un resucitador y nos ayuda a encaminarnos.
Creo que es normal que esas cosas sucedan al fin y al cabo somos carne aun cuando no somos de éste mundo, sino del venidero.
El mundo atrae y nos envuelve con todo lo que nos puede ofrecer, nos ilusiona con vanas esperanzas de obtener y obtener y ser "feliz" aquí en la tierra que ese esta yendo al infierno literalmente.
Pero, como siempre hay un pero no debe pasar seguido, porque estaremos dando patadas de ahogado como cristianos y llegará el momento en que nuestro espíritu muera y entonces sí estaremos en problemas ante Dios. Hay una parte de Romanos que en lo personal se quedó en mi mente y me recuerda de la lucha que siempre estamos y estaremos pasando mientras estemos en el mundo y en la carne:
Romanos 7: 14-25
14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
24 !!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
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